jueves, 12 de noviembre de 2009

jesse pomeroy


JESSE POMEROY




Es uno de los primeros casos conocidos acerca de un niño asesino.
Es un niño norteamericano llamado Jesse Harding Pomeroy nacido el 29 de noviembre de 1859.
Vivía con su madre, padre y hermano y eran de clase media.
El padre era un tipo abusivo y alcohólico. Por cualquier motivo que lo enfureciera, llevaba a sus hijos a una cabaña donde los desnudaba y apalizaba hasta cansarse.
De estas palizas Jesse no asimiló la idea de buena conducta, sino una forma pervertida del placer y la diversión.
De acuerdo a los relatos de la época la apariencia de Pomeroy inspiraba miedo. El mismo era consciente de que era un sujeto diferente. Su cuerpo era muy grande para su edad, así como su cabeza, orejas y rasgos faciales poco favorecedores. Su ojo derecho carecía de iris y pupila, lo que le daba un aspecto algo aterrador. Ni su propio padre podía mirarlo sin experimentar un escalofrío.
Como siempre ocurre, en consecuencia o a causa de ser diferente, Pomeroy era un sujeto retraído y solitario. Nadie lo recordaba sonriendo, pero si por sus extraños ataques nerviosos que de vez en cuando lo atacaban. Por lo tanto durante su tierna niñez seguramente fue víctima de los niños abusadores de su barrio.
En su casa nunca podía haber mascotas ya que siempre aparecían muertas de forma inesperada.
Una vez los canarios de la madre aparecieron con las cabezas arrancadas y después de que descubriera a Jesse torturando al gato de los vecinos, se decidió que no entrarían mas animales al domicilio
Esta conducta violenta contra los animales forma parte de la clásica triada fatídica observada en la mayoría de los asesinos seriales del mundo. Los animales constituyen la experimentación del sadismo y la violencia que en un futuro el psicópata ha de aplicar a sus semejantes.
En una suerte de lenta pero trágica evolución, Pomeroy decidió descargar sus locuras contra nuevas presas, eligiéndolas de acuerdo a su edad, niños mas pequeños que él.
El primero fue William Paine que fue hallado un día de diciembre de 1871
por dos hombres que caminaban por una calle solitaria. Habían escuchado un lloriqueo apagado
y al acercarse a una pequeña cabaña quedaron sorprendidos al ver al pequeño niño de 4 años colgar de las manos que estaban atadas con una cuerda suspendida del techo del lugar. Apenas consciente Paine tenía cubierta su espalda de laceraciones y fuertes moretones. El siguiente fue Tracy Hayden de 7 años quien fue engañado por Pomeroy para llevarlo a un lugar apartado con la promesa de ir a ver a los soldados. Una vez apartados de cualquier distracción, procedió a amarrarlo y a torturarlo con la misma furia que había aplicado al pequeño Paine. Del ataque Hayden quedó con los ojos morados, los dientes frontales partidos, la nariz rota y el torso cubierto de heridas. Tras este episodio la policía solo pudo enterarse que el atacante era un muchachito de cabello castaño.
Dos meses después Pomeroy, que tenía entonces 12 años,  prometió llevar al circo al jovencito de 8 años Robert Maier y después de caminar hasta sus apartados dominios lo sometió como acostumbraba con sus víctimas. Lo desnudó casi por completo y mientras lo golpeaba con una vara lo obligaba a maldecir.
Mailer dijo que mientras Pomeroy lo vapuleaba se masturbaba disfrutando del sufrimiento que le provocaba. Al terminar lo soltó y le juró que lo mataría si lo delataba.

Fueron 11 víctimas en total, en una ocasión incluso quiso castrar a un niño.
Un tiempo después  lo detuvieron pero a los 15 meses lo soltaron porque se portó bien.Pero a los dos meses degolló a una niña y la dejo en el sótano del trabajo del hermano.
Siguió asesinando a varios niños más, hasta que lo detuvieron por el asesinato de un niño de 4 años...
Pomeroy resistió el primer interrogatorio negando conocer nada sobre el crimen que se le imputaba. Los policías encontraron pruebas que lo involucraban.
Le sugirieron ir a ver el cuerpo del niño a la morgue. Obviamente él se negó rotundamente diciendo que él nada tenía que ver con el asunto. Sin embargo una vez puesto frente al mutilado cadáver Pomeroy no pudo resistir la presión y terminó por admitir su culpa. Entre sozollos admitió "Lo siento, yo lo hice... por favor no le digan a mi mamá!..."
Tras la detención de Pomeroy, su familia cayó en desgracia económica, ya que nadie iba a la tienda de su madre ni hermano. Cuando unos trabajadores fueron a hacer remodelaciones en el local encontraron en el sótano el cadáver putrefacto de la niña. No hubo una sola duda acerca de la culpabilidad de Pomeroy en su muerte.
Cuando le informaron a Jesse sobre la nueva muerte que le cargarían encima negó toda relación con el suceso, pero confrontando con el hecho de que su madre y hermano serían acusados por el crimen terminó por  confesar. Paso a paso el sádico asesino recordó los acontecimientos de esa mañana cuando la niña fue a comprar una libreta de apuntes a su tienda y de como le había conducido abajo para poderla asesinar. No sabía porque lo había hecho, solo quería observar su reacción. La pena impuesta a los asesinos de este tipo en el estado de Massachusetts era la horca .
Jesse Pomeroy fue sentenciado a la horca, sin embargo no hubo gobernador alguno que se atreviera a firmar la sentencia. Ya fuera por convicción personal o por cálculo político en tiempos electorales la decisión sobre su ejecución tomó mucho tiempo y continuos aplazamientos. Y es que era muy difícil para la autoridad ejecutar a un chico de 14 años.

Finalmente el gobernador Alexander Rice tomó una decisión, el castigo debía ser ejemplar pero no la pena capital y sin publicar su decisión, impuso la cadena perpetua para Pomeroy, no solo eso, esta debía ser cumplida en solitario. Era algo así como enterrarle vivo.
Durante su encarcelamiento la única persona en visitarlo fue su madre mes tras mes hasta que ella murió y nadie mas fue a visitarlo de nuevo. Comía solo y se ejercitaba en un patio sin que lo acompañara nadie. Le era permitido bañarse unas cuantas veces y le era abastecida su celda con abundante material de lectura.  Estuvo así 40 años, durante este tiempo estudió varias lenguas pero jamás tuvo la oportunidad de practicar ninguna realmente.
En 1917 su castigo fue disminuido y se le permitió integrarse con la población general de la prisión. A veces resurgía su nombre en periódicos y de vez en cuando algún reportero preguntaba sobre su actual condición .
Cuando fue puesto con los demás disfrutaba como nadie, sabiendo  que era famoso por las atrocidades cometidas hacía cuatro décadas. Pero luego pasó el tiempo y los nuevos internos nada sabían del viejo Pomeroy. En 1929 fue trasladado de Charlestown a un hospicio de la policía donde pasó los dos últimos años de su vida plagado de enfermedades y en la franca agonía. Su deseo final fue ser incinerado y que sus cenizas fueran esparcidas a los cuatro vientos.
Jamás mostró remordimiento alguno por sus víctimas.