ZOMBIS
Para los seguidores del vudú no existe el azar, todas las
alegrías y desgracias de la vida son producto de la intervención de los loas.
Para contactar estos espíritus
existen unos hechiceros denominados houngans o bokors, a quienes se atribuyen poderes como el de la "zombificación", el proceso de convertir a una persona
en zombi.
existen unos hechiceros denominados houngans o bokors, a quienes se atribuyen poderes como el de la "zombificación", el proceso de convertir a una persona
en zombi.
Según las creencias populares, los bokors desentierran a los
muertos recientes y les devuelven la vida utilizando una serie de conjuros y
brebajes mágicos. El zombi resultante es una persona que no recuerda nada de su
vida pasada y que es incapaz de comprender su situación actual, quedando como
un esclavo del hechicero, capaz de trabajar en las plantaciones obedientemente
y, por supuesto, sin cobrar.
El zombi tiene una mirada desajustada, camina irregularmente y realiza las acciones físicas de manera mecánica.
El zombi tiene una mirada desajustada, camina irregularmente y realiza las acciones físicas de manera mecánica.
Aunque parezca increíble, en Haití la existencia de los
llamados zombis es un hecho aceptado. En este país es normal leer en un
periódico la aparición de un zombi, e incluso la ley estipula penas por la
acción de "zombificar" a alguien.
Durante muchos años, la existencia de estos "muertos
vivientes" fue calificada como mito popular (lo cual es en parte cierto),
y si repentinamente aparecía una persona que se había considerado muerta se
atribuía a alguna confusión o error de papeleo médico. Pero era imposible
ignorar los diversos casos perfectamente registrados de personas enterradas y
con certificado de defunción que fueron encontradas por familiares años después
de haber muerto. Este hecho motivó a médicos y antropólogos a estudiar el
fenómeno de los zombis. Es así como en 1982 el antropólogo y biólogo canadiense
Wade Davis, de la Universidad de Harvard, comenzó una investigación de varios
años, con el apoyo de diversas instituciones como la International Psychiatric
Research Foundation y la Social Science and Humanities Research Council of
Canada.
Tras entrar en contacto con numerosos bokors y estudiar sus prácticas, encontró una posible respuesta: El "polvo zombie"; extractos de plantas, huesos humanos, tarántulas, sapos venenosos, gusanos y otros ingredientes forman parte de este polvo, cuyo principal componente (y probablemente el único útil) es la tetradotoxina, extraída de varias especies de pez-globo.
Tras entrar en contacto con numerosos bokors y estudiar sus prácticas, encontró una posible respuesta: El "polvo zombie"; extractos de plantas, huesos humanos, tarántulas, sapos venenosos, gusanos y otros ingredientes forman parte de este polvo, cuyo principal componente (y probablemente el único útil) es la tetradotoxina, extraída de varias especies de pez-globo.
Conocido con el nombre de "fugu", el pez-globo es un
plato de lujo en Japón; pero la toxicidad del hígado, ovarios e intestinos del
animal, órganos que sólo un chef experto sabe retirar adecuadamente, provoca
casos de muerte por envenenamiento todos los años en restaurantes japoneses.
La teoría de Davis plantea que, tras escoger a su víctima (el
móvil generalmente es una venganza), el bokor prepara el "polvo
zombie" y de alguna manera hace que la persona en cuestión lo inhale.
Rápidamente, el individuo cae enfermo y entra en un estado de catalepsia
profunda (reducción considerable de las funciones vitales), por lo que muchas
veces se le considera clínicamente muerto. Es así como la persona es enterrada
viva por sus familiares. Tras dejar pasar un corto tiempo, el bokor desentierra
a la víctima y le hace ingerir una pasta que contiene atropina y escopolamina,
anticolinérgicos depresores del sistema nervioso. La administración de estas
sustancias, unida al daño cerebral ocasionado por la falta de oxígeno en el
ataúd, deja a la persona en un estado de incapacidad mental, con amnesia
retrógrada permanente.
Es tal el miedo que existe en Haití a la zombificación, que
muchas familias entierran a sus muertos cerca de sus casas para poder vigilar
que nadie profane sus tumbas. Incluso hay familias que inyectan veneno al
cuerpo del fallecido antes de enterrarlo, o le disparan para evitar que sea
convertido en zombie.
Es preciso señalar que se han presentado algunas objeciones a
las investigaciones de Davis, relativas al número de zombies y a la dificultad
de establecer una dosis precisa de tetradotoxina en el "polvo
zombie". Sin embargo, estos trabajos siguen siendo la única explicación
racional y científica al asunto, y constituyen un ejemplo de que la ciencia es
capaz de esclarecer viejas creencias populares y fenómenos aparentemente
"sobrenaturales", sustentados en la ignorancia y el subdesarrollo.
EL “HOMBRE ZOMBIE”: BRITÁNICO SUFRE UNA EXTRAÑA ENFERMEDAD Y
ASEGURA QUE NO ESTÁ VIVO
La enfermedad actúa sobre su cerebro, el cuál le convence de
que está muerto o se ha transformado en zombi. Es el llamado síndrome de
Cotard.
Un británico del que se desconoce su nombre completo, y al que
se identifica como Graham, ha asegurado en un artículo científico
publicado en “New Scientist” que no siente estar vivo, por lo que dice ser
un zombi. La persona ha sido diagnosticada con una enfermedad denominada
Síndrome de Cotard o “síndrome del cadáver caminante”. Las personas afectadas
por el síndrome de Cotard creen estar muertas (literalmente) y aseguran estar
sufriendo la putrefacción de los órganos. En ciertos casos, el paciente se cree
incapaz de morir.
La enfermedad actúa sobre su cerebro, el cuál le convence de
que está muerto o se ha transformado en zombi. “Perdí el sentido del olfato y
del gusto.
No tenía sentido comer porque estaba muerto. Era una pérdida de tiempo hablar, ya que nunca tenía nada que decir”, consignó Graham.
No tenía sentido comer porque estaba muerto. Era una pérdida de tiempo hablar, ya que nunca tenía nada que decir”, consignó Graham.
La enfermedad le afectó de tal manera que incluso, dice, quiso
trasladarse a vivir al cementerio. Todo comenzó cuando Graham decidió
suicidarse introduciendo un aparato eléctrico en su bañera. Desde entonces su
cerebro está ‘muerto’, pero su cuerpo sigue viviendo. A diferencia de otros
pacientes, este hombre puede hablar, caminar e interactuar con los demás,.
Según afirma el científico Steven Laureys, de la Universidad
de Lieja, en Bélgica, su función cerebral ha quedado en estado latente, como en
el sueño o durante una anestesia.