JORDAN BROWN
Jordan Brown tenía once años cuando cierto día, aprovechando
que su padre se fue a trabajar y la novia de éste dormía, tomó una escopeta
calibre 20 y le disparó en la nuca a Kensie Marie Houk (la novia de su padre),
sin importarle que ésta estuviese embarazada y a unas semanas de dar a luz…
Después, dejó a su hermana de cuatro años sola con el cadáver en casa, salió, y
tomó el bus del colegio.
Con trece años, Jordan se enfrentaba a la posibilidad de
cadena perpetua si lo juzgan como adulto, siendo que en ese caso se convertiría
en la persona más joven de Estados Unidos en ser condenada de por vida pero si
lo juzgan como menor de edad, Jordan quedaría libre a los 21 años.
Según psicólogos, jueces y fiscales, la persistencia del
niño en afirmar su inocencia es en realidad una “negativa a asumir la
responsabilidad”, teniendo que admitir su culpa para rehabilitarse.
Como se ve, el caso ha despertado una polémica que aún
persiste, y que está ligada a los límites que la ley estadounidense fija para
ciertas libertades: el consentimiento sexual está entre los 16 y los 18 años
dependiendo del Estado, recién a los 21 se puede consumir alcohol en muchas
partes; pero, aún así, se quiere condenar a un menor a cadena perpetua, al
menos según la perspectiva de quienes abogan por un castigo menos severo en
virtud de la inmadurez moral propia de la edad del acusado.