jueves, 12 de noviembre de 2009

natsumi tsuji

NATSUMI TSUJI

 
señaladas con flechas , a la izquierda la asesina, a la derecha la victima
“Nevada Tan” (“La Niña Nevada”) es como comúnmente, debido a la sudadera gris que usó en el momento del crimen, se conoce a la japonesa Natsumi Tsuji, célebre por un asesinato que cometió cuando tenía once años y estudiaba en una escuela de Sasebo, en Nagasaki, Japón.

La historia de Nevada Tan

Natsumi era una chica de once años a la que le gustaban los deportes (particularmente el baloncesto),  internet, el anime, las películas y otras cosas más que calificaríamos de “frikis”. Era una alumna excelente, siempre obtenía las mejores calificaciones, y no le costaba, ya que su coeficiente intelectual era de casi 140. Fue, durante mucho tiempo antes de su crimen, una niña sana y alegre, o al menos eso parecía…

No se sabe bien hasta qué punto, pero muchos señalan que en los inicios del torcido camino que condujo a Natsumi al homicidio tuvo que ver su temprana exposición y afición a ficciones cuya violencia no era apropiada para personas de su edad. Dicen que adoraba la película japonesa Battle Royale, en la cual se mostraba a una sociedad futurista donde los escolares, por desafiar a sus maestros, eran forzados a participar en un reality show donde se seleccionaba (como en Juegos del Hambre) al azar a un grupo de estudiantes de secundaria, y estos eran enviados a una isla desierta con un collar letal. Si se intentaban quitar el collar, morían, si pasaba cierto tiempo, también el collar explotaba y morían: solo podía sobrevivir el que quedara vivo después de una matanza que, lógicamente, debía efectuarse antes del tiempo de autodestrucción de los collares. Junto a Battle Royale, entre sus películas favoritas también se contaba Voice, film donde la protagonista es una joven que enloquece y se transforma en asesina.
Paralelamente a la intensificación de este tipo de aficiones, Natsumi comenzó a dar menos importancia a sus estudios y a encerrarse en sí misma. Inclusive, Natsumi diseñó su propia página web dedicada al terror, la violencia extrema y el guro, un género japonés a medias entre el hentai (de carácter pornográfico) y el gore (donde se ven mutilaciones, sangre, etc). Era a ese portal donde ella subía sus propias y macabras animaciones flash, que fueron bien acogidas y contribuyeron a darle cierta fama en la subcultura del mundo guro.
Todas las cosas anteriores, naturalmente contribuyeron a aumentar la inmersión de Natsumi en un mundo de ficciones que, en cierto modo y medida, la habituaban a la violencia y la predisponían a la misma, en parte debido al carácter que estas asumían como refugio reactivamente adoptado ante un entorno socio cultural (el de Japón) que, en su elevado índice de suicidios, evidencia fallos estructurales a nivel de las relaciones entre las necesidades subjetivas de los individuos, y las exigencias que el sistema les impone para sobrevivir dentro del mismo.

Era pues esa la Natsumi que un día entró en discusión con su amiga Satomi Mitarai (de doce años). Ambas discutían por quién era la más popular, pero Satomi llevó la pelea a otros espacios y publicó en Internet comentarios calumniosos donde afirmaba que Natsumi era “una gorda”. Eso colmó la paciencia de Natsumi, y actuó como un elemento que precipitó también la agresividad que, debido a otros problemas, Natsumi guardaba dentro de sí.
Primeramente, Natsumi reaccionó aislándose más en el internet, y saliendo menos de casa, junto a lo cual también descuidó todavía más los estudios, cosa que hizo a su madre obligarla a dejar el equipo de baloncesto para emplear ese tiempo en los estudios. Posteriormente Natsumi volvió a meterse al equipo, esta vez con el consentimiento materno, aunque después lo dejó por cuenta propia y volvió de nuevo a las bajas calificaciones. Al parecer, la niña se encontraba descolocada, auto marginada, frustrada y con una buena cantidad de enojo guardado que, como sabemos, puede estallar en el momento menos pensado…
En efecto, cierta mañana Natsumi acudió a la escuela y amenazó a un compañero del aula con un cuchillo. Le dieron una sanción disciplinaria, pero continuó mostrando una conducta agresiva por algunos días, aunque eso era solo una pequeña muestra de lo que estaba por venir.
Antes del gran crimen, el primero de junio del 2004, Natsumi y Satomi se tomaron una foto que es bastante simbólica para quienes han estudiado el caso. En ella está un grupo de alumnos y, separadas y puestas una en cada extremo, se ve a Natsumi y Satomi, ambas haciendo una señal de “V” (que representa la victoria) con los dedos. Esa es la última foto que se conoce de Satomi en vida…
Y es que, justo el mismo día de la foto, Natsumi llevó a Satomi a una sala vacía donde le vendó los ojos, todo con actitud de amistad, y simulando que era un juego. Allí sacó un cortapapel y la degolló, dejándola tirada en el suelo, viva pero sangrante. Luego se alejó caminando, mientras Satomi expiraba, ahogada en su propia sangre…
Nadie olvidaría jamás la imagen de Natsumi después de la venganza. Llevaba una falda de mezclilla, unos zapatos tenis blancos, y una sudadera gris con la palabra “NEVADA” en el pecho y un cortapapel ensangrentado en el bolsillo. En su ropa se veían manchitas de sangre que delataban un posible crimen, pero ella estaba calmada, y sonreía maliciosamente mientras bajaba las escaleras y miraba a los alumnos que la fotografiaban impresionados. Fue esta la imagen que dio la vuelta al mundo, otorgándole el sobrenombre de “Nevada Tan” o “Nevada Chan”, que en japonés quiere decir “La Niña Nevada”
Cuando el profesor vio a Natsumi con sangre en la ropa y después subió y encontró el cuerpo inanimado y degollado de Satomi, inmediatamente llamó a la Policía. En poco tiempo los agentes estaban en el lugar y Natsumi confesó su crimen, diciendo con una mezcla de inocencia y arrepentimiento: “He hecho algo malo, ¿cierto? Lo siento, lo siento mucho”.

Ya en la comisaria, Natsumi se negó a comer todo lo que le ofrecieron, lloró varias veces, e intentó justificarse diciendo que había matado a Satomi Mitarai porque ésta la llamaba “mosquita muerta” y había colocado en internet comentarios falsos en que la tachaba de “gorda”.
El 15 de septiembre del 2004 Natsumi fue declarada culpable de asesinato en primer grado, recibiendo la condena de nueve años de internamiento en el reformatorio de la prefectura de Tochigi.
Como medida de protección, el gobierno japonés prohibió que se difundiera y publicara el nombre de la pequeña, a la cual simplemente llamaban “Chica A”; sin embargo, cierta noche un conductor de noticias de TV Fuji pronunció por accidente el supuesto nombre real de la chica: “Natsumi Tsuji”
En cuanto a la chica, ya recluida, fue visitada por psicólogos y psiquiatras criminalistas, y sometida a múltiples exámenes y test. Sorprendentemente se concluyó que era una chica casi completamente sana, con un único trastorno consistente en el síndrome Hikikomori , el cual lleva a quienes lo padecen a buscar auto-aislarse para evadir las presiones del mundo exterior, entre otras cosas.
Pero, mientras Natsumi continuaba recluida en el reformatorio, una legión de frikis y otakus hacían de ella una celebridad, al menos dentro de los espacios correspondientes a ciertas subculturas. Ella era “La Pequeña Nevada”, una ídolo que aparecía en mangas, animes, ecchis, guros, y hasta hentais… Inclusive se hicieron figuras de colección de ella, y en Japón se puede conseguir su versión de lego. Es fácil encontrarla en el ciberespacio, búsquesela en 4chan, por ejemplo. Hasta se pueden conseguir cosplays de ella, fanfics, fanarts, o escuchar canciones inspiradas en ella, como Boxcutter, Baby de Love Outside Andromeda, o aquella que Fecal Matter Discorporated le dedicó “a ella y a todas las pequeñas japonesas que asesinan gente”. Por todo esto no sorprende que, tras el salto a la fama mediática de Natsumi, las sudaderas grises (con la palabra “NEVADA”) de la Universidad de Nevada se hayan agotado en días…
Como han señalado los entendidos, lo anterior muestra que Natsumi fue convertida en un símbolo de la rebeldía, adoptada sobre todo por frikis puesto que ella misma era una. Ella, como figura ensalzada dentro de ciertas subculturas, es una especie de queja viviente, una expresión de que la ira, suscitada como reacción ante las presiones ejercidas por las exigencias de una sociedad enferma y desequilibrada, puede terminar estallando en la forma del homicidio…